Visitando a Martin Hurtado

Visitando a Martin Hurtado

Arquitecto y carpintero, Martín Hurtado recibió al equipo de Innovación Nórdica en su taller para contarnos un poco de su historia y su relación con la madera.

Casi tocando la cumbre de los cerros, entre la flora nativa de la región metropolitana, encontramos la casa de Martin Hurtado, arquitecto chileno especista en construcciones de madera. En una estructura que conjuga modernidad con naturaleza, de forma elegante y equilibrada, es donde nos recibe Martin, quien su delantal de carpintería y mucha calidez, nos adentra en su taller.

Ahí, con una actitud pedagógica – seguramente adquirida durante los años de docencia universitaria que ha ejercido, tanto en la Pontificia Universidad Católica, la Universidad Finis Terrae, la Universidad de Buenos Aires y diferentes talleres alrededor del globo- nos explica los diferentes espacios de trabajo y cómo se ha conformado su taller y su historia con la madera.

Sobre sus inicios con la carpintería, nos cuenta que estos vienen desde su primera infancia “Desde que era chico, que mi papá era carpintero aficionado. Además, en mi casa siempre hubo mucha manualidad, mis hermanas siempre estaban haciendo muchas cosas, desde tejido, cosas de cuero, etc, y a mí siempre me gusto el trabajo en madera.

Con mi papá empezamos a hacer cosas con la revista mecánica popular, muebles y planos que venían ahí, empezamos a probar con eso. Era todo bien manual en la época, no había mucha herramienta. A los 15 años hicimos una lancha, nos demoramos como un año, de estructura de madera y forrada en lata que usábamos en el sur”.

Su amor por la construcción y la madera lo llevó a estudiar arquitectura en la Universidad Católica, lugar donde se inició en lo que ahora es su sello: la arquitectura en madera. “Mis primeros proyectos fueron unas casas en el lago Panguipulli, yo debo haber estado en tercer año. E hice el diseño, una maqueta, y me fui al sur a ver como se hacía. Estuve un verano con los maestros y aprendí a hacer la fundación, las estructuras, a cómo se doblan los palos, etc. Y desde ahí llevo casi 30 años dedicado a esto. Partí con eso, luego empecé con casas, oficinas bodegas de vino... debo llevar unos 150 proyectos en madera”, nos comenta. Aunque la arquitectura y la docencia ha usado gran parte de su tiempo, la carpintería ha seguido siendo parte de su vida.

Pero, la pandemia y un cambio de casa ayudaron a que estableciera su taller en casa y siguiera especializándose:

“Mi señora es ceramista, y al llegar a esta casa, ella tuvo su taller y yo me armé el mío. Y en el periodo de la pandemia fue el momento para terminar de equipar. Ahí apareció innovación nórdica con sus herramientas, la rotolija y “El caramelo” como le decimos a Knot Filler”. Luego de eso, comenzó con un grupo de amigos a tomar un curso en el Museo Taller. “Dijimos ´sabemos hacer carpintería, pero esto debe estar lleno de trucos que yo no conozco´ entonces estuvimos unos meses ahí con un carpintero chilote, seco, he hicimos de todo, desde cosas chicas a mesas y sillas. Y lo más importante es que aprendimos los trucos y donde conseguir las herramientas”.

Y desde ese momento, no se han detenido. El taller ha crecido como un punto de encuentro de amigos y amantes de la carpintería “Cuando yo me empecé a armar el taller, empecé a invitar gente y ya llevamos dos años con un grupo establecido de personas donde nos juntamos a “cortar palos”. Esto ha ido sumando y aumentando. Ya se convirtió en algo medio terapéutico”.

Es en este lugar donde Martín Hurtado no ejerce como docente sino como tutor o simplemente como compañero carpintero “En este lugar no se hacen clases sino como tutorías, es un espacio creativo, para relajarse”, de amistad en torno a la madera.